martes, 27 de noviembre de 2007

La rueda

Aníbal llegó a su casa, caminó el pasillo y abrió la puerta de chapa. Desde el patio oyó el bochinche. Otra puerta y tuvo ante él a los chicos desparramados en la alfombra jugando a la ruleta. Pateó una ficha. Olió pollo, qué alegría. Fue a la cocina a saludar a Elena. Estaba aplastando papas, iba a haber pollo con puré. Estaba subiendo de peso Elena.

- Los chicos de Eli ya se van. Eli ya los llamó dos veces- Elena le sonrió a Aníbal. – Andá a la mesa, estás cansado.

-Si, si, si.- Aníbal acarició a Elena yéndose. Se sentó.

Se escuchó la voz de Eli amenazando a sus hijos. Nico y Fede se levantaron y saludaron un poco molestos. Rápidamente decidieron una reunión a la tarde del día siguiente para seguir con la ruleta. Se fueron corriendo por el pasillo y la puerta del departamento a la calle resonó cuando los tragó.

Comieron alborotados, viendo la tele. De pronto Aníbal se dio cuenta de que se había quedado mirando a Facu. Los demás también se dieron cuenta, así que se sintió obligado a decir algo.

- ¿No estás grande para jugar a la ruleta?

- ¡Eh! – Se defendió Facu- Si yo tengo trece y Flopi 15. Decile a ella. Y Fede tiene quince también.

- Yo ya tengo nueve- dijo Franco muy seriamente.

Flopi se sonrojó pero nadie lo notó. La conversación se deshizo.

Terminaron de comer. Flopi y Elena llevaron las cosas a la cocina. Franco se fue a la pieza. Facu y Aníbal se quedaron en la mesa viendo la tele. Un rato más tarde se incorporaron Flopi y Elena, que mandó a dormir a Franco. En la tele se fueron al corte y Flopi y Elena empezaron a charlar. Aníbal trataba de acordarse lo que había que hacer con más urgencia en el taller: los frenos del Palio de Leo, la correa de distribución del Clio de Mario, ah, y cambiarle los amortiguadores al Gol de Sergio. Que bodrio ese Sergio... Flopi ya no estaba. Elena le trajo un café y charlaron un rato. La entrega que tenía que llevarle a Marina al día siguiente la preocupaba a Elena.

- ¿Lo tenés listo?

-Casi. Mañana lo termino y lo reviso así Marina no me jode.- Elena se levantó. - ¿Podés cortar Flopi?, o decile a Mica que llame ella.

Al minuto sonó el teléfono. Aníbal se levantó, llevó el pocillo a la cocina. Volvió y fue a sentarse al sillón. Pateó otra ficha. Miró la ruleta abandonada en el piso. Iba a rezongar que guardaran todo eso, pero se calló y se prendió un cigarrillo. Habían vuelto del corte.

Pasó Flopi y lo saludó con un beso en la mejilla. Se iba a dormir, dijo. Llegó Elena y se sentó en el otro sillón. Comentaron algo de la tele y después Elena dijo que se iba a pegar una ducha y después se iba a dormir.

- Cuando termines voy yo- dijo Aníbal, y prendió otro cigarrillo.

- Bueno- Elena entró al baño. Otro corte.

A Aníbal le causó gracia una publicidad y resopló una risa. Después volvió a mirar la ruleta.

Cuando Elena salió de la ducha hacía rato que estaba girando. Aníbal estaba arrodillado y cuando Elena entró, no la miró. Ella salió al patio un momento. Volvió y se acercó a Aníbal.

- ¿Qué pasa?

- No para.

Se agachó Elena. En cuclillas observó un rato lo que veía Aníbal. Le empezó a doler los muslos. De pie, le dijo a Aníbal que se iba a dormir. Él se levantó y fue a pegarse una ducha.

Había decidido irse directo de la ducha a la cama, pero tuvo que ir a buscar el paquete de cigarrillos a la mesa, apenas se asomó para ver la ruleta, que seguía girando silenciosamente.

Se durmió pensando en los asuntos del taller. No soñó, o al despertarse no recordó haber soñado. Se levantó muy temprano. Hizo café. Fue a ver la ruleta, seguía girando. Tomó el café. Se vistió. Dejó en la mesa un cartel con letras bien grandes.

NO TOQUEN LA RULETA O LOS DESCAJETO A PATADAS

Subió a su Renault 9, que dormía en la calle, pobrecito, y dobló en Juan B. Justo. A media cuadra de llegar al taller de la calle Iturri, divisó a Sergio que esperaba apoyado en su Gol.

Volvió cerca de la una, con bastante hambre. No supo que era el silencio lo que lo puso nervioso cuando entró. Rápido se dio cuenta de las personas que no conocía, sentadas a la mesa. Un flaco, joven y bien vestido y un gordito en mangas de camisa, con pelo revuelto y anteojos. Dijo “hola” y fue en seguida a la cocina esperando que estuviera Elena. Estaba. No tuvo que decirle nada Aníbal para que se diera cuenta de lo confundido y malhumorado que estaba. Aun así, Aníbal le habló.

- ¿No te acordás de Eugenio?- trató de calmarlo Elena, sonriéndole. – El hijo de Nori. Estudia química en la facultad.

Aníbal se acordó. El flaco era. Fue al comedor.

- ¿Cómo andás Eugenio, tanto tiempo?

Eugenio se paró para darle la mano, y le presentó al gordito.

- Osvaldo Salas, mi profesor.

Venían por lo de la rueda de la ruleta, claro. Elena le contó a Eugenio y el vino con el profesor a ver que pasaba. La verdad, estaban asombrados. Ojo, no tocaron nada, como tan claramente pedía el cartel.

Recién en ese momento Aníbal se fijó en la ruleta. Se inclinó hacia ella un instante y la vio girar. Elena trajo los panchos y Flopi puso la mesa. Facu salió de su cuarto y se sentó en un lugar que no era el suyo, aparentemente sin importarle.

- ¿Y Franco?- preguntó Eugenio sirviéndose un pancho.

- En el colegio. Va a doble escolaridad y se queda en el comedor. Uno menos.- Aníbal le pasó la mostaza. Y como es Franco, seguro debía estar contándole a todos de la ruleta... Agarró la mayonesa.

Eugenio y Salas empezaron a preguntarle. ¿Quién construyó la rueda? - ¿Trataste de frenarla? - ¿Va más rápido, más lento? - ¿Nunca había pasado? Aníbal contestaba y no había respuestas. Salas tenía un hermano licenciado en Filosofía, podría llamarlo para comentarle el caso, que sin dudas tenía perspectivas de análisis desde su campo...

Golpearon la puerta del pasillo. Flopi fue corriendo a abrir. Ella y Fede entraron, casi cautelosos. Hablaron Eugenio y Salas y Aníbal un rato más, después se fueron y prometieron que volverían al día siguiente.

Entró a la cocina Aníbal y Fede les estaba contando a Elena y Flopi que le había contado a una profesora de la ruleta. Ella le dijo que su hermana trabajaba en un noticiero de la tele y le dio el número, capaz podían llamar. Fede miró a Aníbal, que dijo una mirada a Elena, que dijo “Puede ser”.

Salió y la calle Velasco le pareció demasiado transitada. Subió a su Renault 9, hizo media cuadra y el camino al taller. Se quedó hasta tarde.

Elena le calentó las empanadas. Franco dormía, Flopi hablaba del noticiero con Facu. Aníbal prendió la tele y se quedó mirando un buen rato. En un corte escuchó la ducha. Los chicos no estaban. Agitó los brazos y después levantó la ruleta intentando que no perdiera la horizontalidad. La llevó hasta la cama, tendida por Elena a la mañana. Abrió el placard, sacó sus zapatos y algunas cajas. Metió la ruleta y cerró el placard. Acomodó los zapatos y las cajas y volvió al comedor a ver la tele.

Cuando escuchó a Elena que salía del baño apagó la tele y las luces y la llevó a la cama y se metieron juntos.

A la mañana se fue temprano. Le vino a pagar Sergio y pasó el de los churros. Y Héctor le trajo el jeep para que se lo prepare para llevarlo a Ostende. Ya era hora de cerrar y Aníbal no se decidía. Miró alrededor, vaciló un instante, pero al final volvió por donde vino.

Y entonces el hombre entró por primera vez en la casa y vio que ahí todos los portarretratos tenían la foto de él.

1 comentario:

laura dijo...

Estaba esperando un final asi!


saludos