martes, 6 de mayo de 2008

Nota baño camping

Buenas tardes. Ante todo quería agradecer a los que hacen esta revista dedicada a informar a todos los que quieren disfrutar de vivir en la naturaleza en todos los campings del país. Y gracias también por recibir estas palabras que ahora escribo.

Quisiera contarles unas cosas no del todo agradables de oír pero que si en algún lado tienen que estar escritas es en su publicación.

Más que nada me quiero referir a mi estadía y la de mi familia en el camping San Pierino, como ustedes sabrán, sito en una de las localidades más pujantes de la costa atlántica del país.

Llegamos allá y resultó que no había bungalows, así que debimos recurrir a la carpa, que siempre llevo. Lo que además me iba a permitir recurrir a varios implementos que adquirí bajo sugerencia de la presente publicación.

Cuestión que armé la carpa con ayuda de algunos de mis familiares y cuando me disponía a enchufar la lámpara para proceder al asado, realicé que no andaba el tomacorriente. Resultado: discretas empanadas de carne y pollo de la proveeduría y las disculpas de los empleados por el inconveniente que a decir verdad, al día siguiente se solucionó.

Eso, vaya y pase. Ahora, cuando al día siguiente a causa de la falta de bungalows tuve que hacer uso de la ducha y los baños del susodicho camping a ver ya me abatato de tratar de ponerlo acá se pasaron de la raya por así decirlo. Siendo que había salido de la ducha y sólo con el short de baño puesto me apronté a cepillarme los dientes con todos los cuidados que la situación requería, siendo el lugar apenas apto para la higiene. Con la boca llena de crema dental me tocan el hombro, un chico. Quince años máximo. Que me dice que estoy con la canilla abierta, y de esa manera derrochando agua potable. Me mira con cara seria y al ver que me lo quedo mirando, cierra la canilla y sale de las instalaciones sanitarias. Puedo asegurarles yo que en ese momento podría haber pasado cualquier cosa. Podría ir a buscarlo y sopapearlo o matarlo, o que se yo. Porque yo SIEMPRE cierro la canilla mientras me lavo los dientes. Desde chiquito, que una vez viendo Alf alguno de los personajes mencionó que esa es una de las acciones que ayudan a salvar al mundo o algo así. Cosas que le quedan a uno. Y ahora, en esta situación tan incómoda y de tensión venía un mocoso a decirme como comportarme en relación a las canillas. Y la camisa que iba a usar estaba mojada.

Cuestión que salí del baño embroncado como veces pocas. Sentía el corazón latiendo muy rápido, busqué con la mirada al pibe y no lo encontré. No sé para donde se está yendo el mundo. Sin ir más lejos al rato me crucé con uno del camping que me dijo que iba a haber un bungalow disponible en dos días. Yo nada más le dije “bueno, bueno”, pero tenía unas ganas de decirle de todo, de preguntarle si el pibe era del camping, o si no tenían reglas de respeto a los mayores o si dejaban entrar a cualquiera. Pero sé que si abría la boca más de lo debido iba a decir sólo groserías, malas palabras. Yo tendría que haber estudiado abogacía.

La cosa es que todo este incidente me amargó el viaje de vacaciones y más también. Porque empecé a sentir toda una especie de molestia en cada lugar que estaba y unas ganas de que todo sea diferente. Además sentí y sigo sintiendo que las cosas que hacemos en la vida no nos llevan a ningún lugar claro, espero me sepan comprender y estoy dudando si vale la pena, por así decirlo. Estas cosas quería comunicarles con el fin que se ponga en consideración la importancia de una buena atención en los campings del país. Por otra parte quería también decirles que soy un poco rengo.